TRACKLIST. Pincha aquí para ver el listado de cuentos y las canciones que los inspiran (y si pinchas en los títulos en azul o rosa, podrás leer el cuento).

De la contraportada del libro

29 canciones. De Los Planetas a Pulp, pasando por Surfin´ Bichos, Pet Shop Boys y Lou Reed. De todas las cosas que se pueden hacer con ellas, Federico Montalbán escribió 26 cuentos. Y Casanovas, sin leerlos, constuyó la banda sonora en imágenes mientras oía las mismas canciones. Música, literatura e ilustración. Tres en uno.

lunes, 12 de octubre de 2009

Pequeña nota autobiográfica (IV)

B.S.n.O.
Artista: Bersuit Vergarabat
Canción: Desconexión Sideral
Álbum: Hijos del culo


La situación era la que sigue. Allí estaba yo, acostado al lado de mi hijo, dándole golpecitos rítmicos en el pañal, a ver si había suerte y se dormía pronto y me daba tiempo a terminar la comida antes de que llegara Mercedes. Mientras tanto, mi cabeza iba a lo suyo y le daba vueltas a una canción de la Bersuit sobre una bruja y un astronauta. Una bruja y un astronauta. No me diréis que la cosa no era jugosa. La respiración de mi hijo se iba calmando. Estaba al caer. Tenía claro que en la historia debía haber un cohete y un viaje de amor a Marte. Lo que no tenía claro era si el cohete iba a ser de verdad y los amantes acabarían felices en Marte o si el cohete iba a ser una locura y los amantes acabarían felices en un frenopático. Acerca de la felicidad de los personajes discrepaba de la Bersuit. Una historia entre un astronauta y una bruja debería tener un final feliz. En la atmósfera marciana rodarían gotas de amor o en las paredes acolchadas. En esas estaba cuando en la radio empezaron a hablar de una astronauta de la NASA. Qué casualidad, me dije y afiné el oído.

La capitana de navío Lisa Marie Nowak había intentado secuestrar a su rival amorosa. Las dos estaban enamoradas del mismo astronauta, el que pilotó la última misión del Discovery. El amor no entiende de profesiones ni planetas. La astronauta estaba casado con varios hijos y le encontraron todo tipo de utensilios: desde una pistola de dióxido de carbono a trozos de tubería de plástico. La historia estaba bien pero de momento no rivalizaba con la mía. Hasta que el locutor añadió un detalle. La tía había cruzado el país, USA, como no, para acabar con su rival. Y para no detenerse, condujo cientos de kilómetros con unos pañales siderales. Las prisas de los celos.
La respiración de Juan se hizo monótona y, con movimientos temerosos, salí de la habitación. Que no se despierte. Que no se despierte. Eché un último vistazo y lo vi dormir placidamente. Qué envidia. Me puse el delantal y encendí el fuego. Todavía no entiendo qué impulsó a mi tía a comprarme ese delantal de faralaes cuando estuvo en Sevilla. Miré el reloj. El arroz y habichuelas estaría a tiempo. Lo malo era que había olvidado comprar alcachofas y no me quedaban tomates. Qué desastre.
Mientras trajinaba con mis cacharros de cocina (cita subliminal) noté que me temblaba el pulso. Por culpa de los pañales de la NASA. Aquello era el colmo. No temblaba de sorpresa o cansancio sino de rabia. ¿Cómo se le ocurría a la realidad ridiculizar así a la ficción? Maldita sea. La realidad debería limitarse a la suciedad de la cocina, a las letras de la hipoteca, al efecto invernadero, el precio de los pañales, los madrugones y esas cosas. Pero no. La astronauta tuvo que cruzar el país cagando y meando en unos pañales de miles de dólares para poder matar cuanto antes a la otra mujer, abandonar a su marido y tres hijos y quedarse para ella sola al comandante piloto Bill Oefelein.
Después de eso, ¿qué iba a hacer yo con mi bruja y mi astronauta? No me quedó más remedio que dejarlos flotando en el vació ficticio, a mitad de camino del psiquiátrico. O de Marte.
El sofrito ya estaba. Eché la sal y bajé un poco el fuego. Un momento. Algo fallaba. Mierda. Ya había echado la sal antes. Eso me pasaba por no tener la cabeza donde debía. Definitivamente, aquel no era mi día.

1 comentario:

Mª Antonia dijo...

No comprendo como no hay comentarios a esta "sabrosa" entrada. Es curioso que yo la lea hoy, que casualmente en un viaje que acabo de hacer a Granada,me he comprado un delantal de faralaes.
Me anima,por otro lado,a escribir algo que dices sobre eso de estar pensando en algo y ,de repente, viene la radio o la tele y te lo chafa.
El otro día,por rzones que no vienen al caso, se me ocurrió algo más o menos real, más o menos poético sobre las lágrimas. Bueno, pues desde entonces a todo el mundo le ha dado por hablar y/o escribir sobre el asunto.